jueves, 24 de junio de 2021

Individuación, ¿autorrealización o transformación?

 

El anhelo de felicidad es un anhelo humano que socialmente, y tantas veces enmascarado, se nos presenta como el principal bien deseable. A tal punto que si somos felices, se nos asegura, nuestras vidas funcionarán bien. No obstante, como terapeutas o analistas sabemos que nuestro propósito no es simplemente aliviar el sufrimiento, resolver problemas o ayudar a que la vida de nuestros pacientes funcione para poder seguir adelante, como personas ahora "normales", o mejor aún, "felices". Lo que intentamos hacer, con las limitaciones obvias de cada caso, es algo más complejo que eso, y el mito de la individuación de Jung nos brinda un propósito y una dirección, que en primera instancia, tenemos que hacer consciente en nuestra propia vida. Todas nuestras situaciones son únicas, y también lo es cada encuentro que tenemos con nuestros consultantes. Para ello, paradójicamente, a menudo conviene recordar la necesidad de poner entre paréntesis nuestra formación y teorías, y seguir el consejo de Jung, que en “Recuerdos, sueños y pensamientos”, destacaba con elegancia la importancia de escuchar la historia del otro hasta poder comprender lo que significa estar en su lugar. Este es un punto fundamental en la mirada analítica, dado que sólo a partir de allí, somos capaces de tender un puente a la verdadera profundidad de los demás, siendo que hemos trabajado cuidadosa y reflexivamente en la comprensión de nuestra propia historia, y continuamos haciéndolo.

Al asistir en la consulta a diversidad de personas con distintos padecimientos, aprendemos a consolidar algunas ideas cada vez que nos embarcamos en una nueva aventura terapéutica. Para empezar, que la individuación no es un programa de superación personal. Es mucho más que reafirmarse, perder peso, tener pensamientos positivos o resolver problemas y seguir adelante con la vida. Y que tampoco la individuación es una aspiración a la autorrealización. A Joseph Campbell le gustaba poner el dedo en la galla en este sentido, afirmando que la autorrealización es para las personas que no tienen nada mejor que hacer: personas que no han descubierto aún su propio mito personal o su propósito más profundo en la vida. La jerarquía de necesidades de Abraham Maslow en cuanto a seguridad, prestigio, relaciones interpersonales y autodesarrollo, no son los valores principales por los que vive una persona inspirada por su Self, o el hilo conductor de su individuación. En pocas palabras, y como ha señalado Bud Harris, la individuación no tiene tanto que ver con autorrealización como con Transformación. Significa estar dispuesto a abrazar una vida de metamorfosis completa, análoga a la de una oruga que se convierte en mariposa una y otra vez. Significa tamizar las características que definen nuestra identidad para convertirnos en algo que se ha visto reforzado por nuestro Yo más profundo (con mayúsculas), la chispa divina que hay en nosotros. El dolor en este proceso es el dolor de romper con nuestras propias limitaciones. La alegría es nuestra mayor capacidad para vivir y sentirnos en casa dentro de nosotros mismos, y gracias a ello, por el camino, saborear los atisbos de nuestra totalidad.


Juan Manuel Otero Barrigón


sábado, 20 de febrero de 2021

Creatividad y alquimia interior. Parte II (por María Asunción Beltrán)

"En la simbólica alquimista, dice Jung, se expresa la problemática del proceso del devenir de la personalidad, llamado principio de individuación. En cuanto a los complejísimos procedimientos químicos de la alquimia, diremos solamente que la primera fase del adepto consiste en la purificación o destilación de los elementos que integran la materia prima. Los opuestos se separan y luego se unen en una conjunción a veces seguida por la muerte, y luego en una resurrección espiritual, en el producto de su unión.

El proceso creador se cumple en etapas: la de preparación, que implica entrar en una actitud receptiva a partir de determinados trabajos de desbloqueo; la de incubación, en la que se forman las imágenes oníricas, de la fantasía, ensueño o inspiración artística; la iluminación, en la que se manifiesta la forma; y la de verificación, que es cuando se capta el contenido que emerge del inconsciente y se suma al bagaje de experiencias de la conciencia.

De la misma manera que en las fases de la alquimia –constituidas por la nigredo, correspondiente al caos cosmológico; la obra blanca o albedo, que es la coagulación; y la citrinitas o rubedo, que es la que culmina la obra alquímica, desarrolla y fortalece la conciencia de iniciación– las etapas del proceso creador hacen posible que las viejas formas mueran para que las nuevas renazcan, favoreciendo la transformación interior. Dice Jung al respecto: “El ser humano se totaliza, se integra, se calma, se hace fértil y feliz, cuando, y solo entonces, se completa el principio de individuación, cuando la conciencia y el inconsciente aprenden a vivir en paz y a completarse recíprocamente”. (Carl Gustav Jung, El hombre y sus símbolos. España, Caralt, 1984)

Como en las fases de la alquimia, en el estado creativo se cumple un proceso que tiene origen en el caos o muerte de las antiguas formas y, tras pasar por un proceso de confluencia, llega a la iluminación y a la posterior transformación. Estos resultados son los que recomponen y recrean el alma humana, llevando al sujeto a un conocimiento cada vez más profundo y pleno de su ser. Por otro lado, el proceso de transformación de la humanidad exige primero la transformación del alma individual. Y es desde el proceso creador y solo desde la propia apertura a la actitud de cambio interior, como se puede inferir un reflejo de cambio social. De allí que concibamos el proceso creador como un modo de acercarnos y, en definitiva, de contribuir al proceso de transmutación –alquimia–, que exige el alma colectiva".

María Asunción Beltrán 
Psicóloga. Analista junguiana especializada en sueños y creatividad.

domingo, 3 de enero de 2021

Todo comienza al fin

Que este año nuevo que nos recibe sea oportunidad fresca para renovar búsquedas, compartir nuestros dones y tesoros, y propiciar nuevos espacios de encuentro.
Abrazo fuerte,