Digamos, simbólicamente hablando, Dios hizo al ser humano a imagen y semejanza de él, por lo que, si el ser humano siendo Dios no cree en Dios, pues, precisamente, Dios no puede convencerlo de otra cosa, no puede hacerlo, porque no puede ir en contra de sí mismo ni de lo que decide pensar y hacer su reflejo.
Así que, hasta que el ser humano no se reconozca en su propia esencia y verdadera naturaleza, no será capaz de comprender el potencial que guarda dentro de sí para articular esta poderosa capacidad de libre albedrío, este poder interno inconmensurable en términos de su propia vida y su entorno el planeta tierra.
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Aquí se acaba la discusión. Siglos discutiendo si Dios existe o no.
Y es tan simple, que resulta tragicómico y hasta ridículo que tanta gente adulta haya desperdiciado tanto tiempo y recursos en esta vana discusión.
Si no se cree en Dios, Dios no existirá para esa persona, por más que Dios quiera existir para ella.
Si se cree en Dios, pues, para esa persona Dios estará presente.
O sea, es una simple cuestión de creencia, nada más.
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No es necesario sudar más que esto para que Dios exista o no.
Si creés en Dios, bueno, Dios existe, y si no creés en Dios, muy bien, Dios no existe, no hay que darle más vueltas al asunto, es así de sencillo.
Dios, la Existencia, Tao, ya está abierto a todas las posibilidades, ahora hace falta que cada quien se abra a lo inconmensurable presente frente a las propias narices. Así cómo te digo, éste sería el camino de retorno, de regreso al origen, de vuelta a la fuente.
Claro, a la larga todos volverán a ello, creyentes y no creyentes.
¿Quién puede salirse de la Existencia?
¿Quién puede decidir que Tao regule o no su vida?
Nadie puede hacerlo, nadie puede evitarlo, nadie puede ubicarse fuera de la Existencia, ni siquiera una piedra es capaz de hacerlo.
Hasta el último átomo, todo lo manifiesto, todos los seres dependemos de la existencia, estamos en ella, y no nos moveremos de ella vayamos a donde vayamos. Acá estamos y acá nos quedamos, y cuando volvamos al punto de partida, al origen, lo haremos sin habernos ido nunca de él. Es ésta la ironía, ésta es la paradoja.
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Es muy básico lo que estoy comentando. Pero hay cosas que son muy elementales como ésta.
Quien quiera entender, que entienda. Nadie va a forzar a nadie para que comprenda lo que no tiene disposición a comprender.
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No obstante, esto que comparto aquí desde una perspectiva mística, ya lo he dicho antes, también lo afirma de alguna manera, en otro contexto, la ciencia de la mecánica cuántica. Los físicos que estudian las partículas más elementales de la naturaleza comprenden este lenguaje, este poder, y saben perfectamente lo que sucede cuando interfiere la observación de quien busca medir el estado de las cosas en su mínima expresión.
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¿Qué son las partículas atómicas?, ¿una onda, un corpúsculo o la expresión neutra de un latido psíquico atómico subyacente extendido por todo el cosmos?, o bien, ¿algo distinto combinado de estas tres propiedades?
No existe una respuesta absoluta para nada de lo que existe. Por eso, lo que sea que fuera... tu sola presencia incide y transforma la existencia.
El científico Gregg Braden lo explica muy bien en el contexto que él estudia y desarrolla; por mi parte, tan sólo soy un practicante de artes psicofísicas y bioenergéticas que entiende casi nada sobre este particular.
Lo que nos atañe específicamente en este curso, es la relatividad de todo.
Todo es relativo... ¡bien por Einstein!, aunque esta premisa forma parte del conocimiento hindú desde hace miles de años.
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Digo, desde la perspectiva bioenergética y psíquica, al interactuar con las cargas energéticas y magnéticas se afecta al porcentaje de las polaridades que vibran en una escala mucho más infinitesimal que el átomo, lo que termina modificando la proyección futura del universo conocido, ya sea, a nivel cuántico, a nivel físico, psíquico y espiritual. Por eso, finalmente, todos los patrones son creados por la inteligencia existencial de la gran Mente, de la cual, la mente humana es un reflejo.
Sin tener en cuenta esta metafísica, sugiero leer la claridad del físico J. Fuentes Fernández que explica la teoría de la doble solución para el interrogante ¿ondas o partículas? expuesta en Revista Ciencias Nº 117.
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La medicina que estudia la relación psicosomática de las enfermedades también comprende muy bien esta influencia creadora, tanto como el teólogo que lo mira desde otra perspectiva. Ambos llegan a la misma conclusión aunque estén en desacuerdo entre sí.
Según lo que la persona crea, eso le sucederá, eso creará.
Estamos creando constantemente nuestra realidad interna, y, lo más difícil de comprender es que también estamos creando nuestra realidad externa, modelando nuestro entorno a partir de nuestros pensamientos y sentimientos.
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El biólogo Bruce Lipton, relata que en un ensayo clínico le suministraron a un grupo de pacientes oncológicos un placebo compuesto por agua y azúcar (o algo parecido) diciéndoles que se trataba del tratamiento de quimioterapia que debían recibir, por lo cual experimentaron la pérdida de cabello, nauseas y todos los síntomas de quienes reciben la verdadera terapia (éste es el efecto nocebo). Lo mismo sucede al revés, han dividido grupos de pacientes para darles a uno la medicina adecuada y al otro un mero placebo compuesto por una solución salina, y está comprobado que la cantidad de recuperaciones se verifica en ambos grupos en la misma proporción.
Esto revela un potencial extraordinario de la mente que se pone de manifiesto a través de la creencia.
Lo que creés... a la larga, eso será.
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Así que, reitero, lo que vos creés... eso va a pasar.
Todo pasa por la creencia.
Jesús, lo ha dicho: “tu Fe te ha sanado”.
O bien: “pídele a esta montaña que se corra, y ella se correrá”.
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Quien sabe utilizar este poder innato para su beneficio o para beneficio del prójimo, será bendecido por la física de la conciencia.
Alejandro Aon Nepote
+ reflexiones y sentimientos de Alejandro acá ---> https://www.facebook.com/alejandroaon.nepote
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