Gracias Sergio!.-
El Tao es como un espejo sin imagen.
Sin embargo, todo lo refleja.
Ese todo nos llama a conocerlo
y ese llamado es nuestra curiosidad.
En esta era moderna y globalizada se habla mucho de dos culturas en particular, cuya fusión ha sido debate de por lo menos las últimas cuatro décadas: la "China" y la "Occidental". Voy a detenerme en esta oración a aclarar que la contraposición normalmente es presentada cómo "Oriental" vs "Occidental", pero a fin de mantenerme en el objetivo de esta reflexión y hacerla lo más clara y correcta posible, me quedo con una parte de lo que abarca el término "Oriental" que es la cultura tradicional China.
Continuando con la reflexión; en la cultura tradicional China, una de las figuras, que por excelencia, contemplaba la naturaleza era el practicante taoísta. Por el otro lado el encargado de estudiar la naturaleza en la cultura occidental actual es el científico moderno. Deténgase un segundo, un minuto o lo que necesite para ver el problema de la oración anterior. La palabra naturaleza es la clave, nunca aclaré que es lo que cada observador toma como definición de la misma. En el caso del practicante taoísta podemos encontrar una pista en el Tao Te King, el libro de cabecera de esta práctica; que comienza diciendo: "El Tao que puede ser expresado no es el verdadero Tao". A partir de esta premisa toda transmisión o enseñanza taoísta apunta a que el practicante encuentre su propia experiencia y por tanto y su propia definición, y a fin de hacer algún tipo de aproximación oral y escrita utiliza una palabra cuya definición es que no está definida: Tao. De modo que, parte de la propia definición es la propia práctica y son inseparables, y a su vez indescriptibles, cada quién tiene su propia percepción del entorno. Esta búsqueda se basa entonces en contemplar el entorno, percibirlo con tantos sentidos como sea posible y definirlo por la sola experiencia de entender que uno es parte de esa definición.
En cuanto al científico moderno la manera de conocer la naturaleza es investigándola, a partir de lo que se conoce como “el método científico”. En resumen, este método consiste en: Primero, a partir de una observación se hace una pregunta y se plantea una posible respuesta, una hipótesis. Segundo, se idea un experimento que busca poner a prueba esa hipótesis y tercero se analiza el resultado del experimento y se opta por una de dos opciones: se rechaza la hipótesis o se deja en pie. Este mecanismo lleva a que siempre se descarte la hipótesis incorrecta, sin embargo nunca se demuestra la correcta. Puede haber una cantidad enorme de evidencia a favor de una dada hipótesis pero esta nunca se termina de corroborar, sólo se fortalece su temple. De modo que, para el científico moderno la verdad tampoco es alcanzable, pero cada vez se obtiene una representación mejor de la misma.
A diferencia del practicante taoísta, la búsqueda del científico moderno se basa en la observación, una serie de eventos capaces de ser registrados de forma tal, que sean lo más objetivos posibles, y que está información pueda ser compartida inequívocamente entre los miembros de la llamada: comunidad científica.
Tanto el practicante taoísta como el científico moderno buscan una verdad. Ambos entienden que está es inalcanzable, al menos desde lo racional, pero el motor de cada una de éstas búsquedas es muy distinto. Uno contempla y el otro observa, el practicante taoísta confía ciegamente, tiene fe, en esta contemplación y el científico moderno es agnóstico a esta observación.
Ninguno de los dos cree en su método para acercarse a los fenómenos. La creencia es muy peligrosa, tanto para la fe como para la ciencia. En el caso de la fe, si se cree en algo, entonces se está creyendo en lo que sea que crea. Por tanto, nunca es una confianza pura, no se está verdaderamente confiando, teniendo fe ciega, sino que la mente está tratando de hacer una observación de algo efímero. En el caso de la ciencia, un verdadero científico no cree, es agnóstico, siempre pone a prueba sus hipótesis, nunca se queda con ninguna, sólo mantiene aquella que aún no se rechazó. De creer en su hipótesis está poniendo una falsa fe en esta.
En conclusión, para considerar la fusión de estas dos culturas en cuanto a sus maneras de acercarse a la naturaleza es importante tener en claro las diferencias y similitudes entre ellas. Ambas comienzan esta búsqueda con la tranquilidad de que no tiene una respuesta última, sin embargo la objetividad que el científico moderno requiere, desde su perspectiva cientificista, parece incompatible con el hecho de que cada practicante encuentra su propia definición ¿Cómo habría de compartir con la comunidad científica algo que sólo él puedo percibir y es indescriptible por definición?
Para responder esa pregunta, primero habría que considerar:
* ¿Puede la fe ir de la mano de la objetividad científica? y si puede, ¿cómo?
* ¿Puede un científico contemplar? y por hacerlo, ¿puede descubrir algo nuevo?
* ¿Puede un practicante taoísta observar? y por hacerlo, ¿puede descubrirse como algo nuevo?
Aquellos lectores que quieran responderse estás preguntas como científicos deben tener en cuenta que por contemplar no se está dejando de observar.
Aquellos lectores que quieran responderse estás preguntas como practicantes taoístas deben tener en cuenta que al contemplar no necesariamente están observando.
Aquellos lectores que ya no necesiten hacerse estas preguntas los dejo meditar.
Tanto el practicante taoísta como el científico moderno buscan una verdad. Ambos entienden que está es inalcanzable, al menos desde lo racional, pero el motor de cada una de éstas búsquedas es muy distinto. Uno contempla y el otro observa, el practicante taoísta confía ciegamente, tiene fe, en esta contemplación y el científico moderno es agnóstico a esta observación.
Ninguno de los dos cree en su método para acercarse a los fenómenos. La creencia es muy peligrosa, tanto para la fe como para la ciencia. En el caso de la fe, si se cree en algo, entonces se está creyendo en lo que sea que crea. Por tanto, nunca es una confianza pura, no se está verdaderamente confiando, teniendo fe ciega, sino que la mente está tratando de hacer una observación de algo efímero. En el caso de la ciencia, un verdadero científico no cree, es agnóstico, siempre pone a prueba sus hipótesis, nunca se queda con ninguna, sólo mantiene aquella que aún no se rechazó. De creer en su hipótesis está poniendo una falsa fe en esta.
En conclusión, para considerar la fusión de estas dos culturas en cuanto a sus maneras de acercarse a la naturaleza es importante tener en claro las diferencias y similitudes entre ellas. Ambas comienzan esta búsqueda con la tranquilidad de que no tiene una respuesta última, sin embargo la objetividad que el científico moderno requiere, desde su perspectiva cientificista, parece incompatible con el hecho de que cada practicante encuentra su propia definición ¿Cómo habría de compartir con la comunidad científica algo que sólo él puedo percibir y es indescriptible por definición?
Para responder esa pregunta, primero habría que considerar:
* ¿Puede la fe ir de la mano de la objetividad científica? y si puede, ¿cómo?
* ¿Puede un científico contemplar? y por hacerlo, ¿puede descubrir algo nuevo?
* ¿Puede un practicante taoísta observar? y por hacerlo, ¿puede descubrirse como algo nuevo?
Aquellos lectores que quieran responderse estás preguntas como científicos deben tener en cuenta que por contemplar no se está dejando de observar.
Aquellos lectores que quieran responderse estás preguntas como practicantes taoístas deben tener en cuenta que al contemplar no necesariamente están observando.
Aquellos lectores que ya no necesiten hacerse estas preguntas los dejo meditar.
Sergio Sclovich (Hong Fa)
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