"Treinta rayos convergen hacia el centro de una rueda,
pero es el radio del centro el que hace útil a la rueda.
Con arcilla se moldea un recipiente, pero es precisamente
el espacio que no contiene arcilla el que usamos como recipiente.
Abrimos puertas y ventanas en una casa, pero es por sus
espacios vacíos que podemos utilizarla.
Así, de la existencia provienen las cosas y de la no existencia
su utilidad." (*)
En la tablilla 11 del Tao Te King, el clásico taoísta de Lao Tsé, se nos invita a comprender la esencia del vacío y su papel en la creación y la utilidad. El Tao, que puede entenderse como el camino o la fuerza que fluye a través de todo, se manifiesta en el vacío. Este concepto, paradójico a primera vista, nos lleva a una profunda contemplación sobre la naturaleza de lo que consideramos "vacío" en nuestras vidas.
El Tao, como un río que serpentea por el cosmos, encuentra su danza más exquisita en el vacío. Es la quietud que precede al canto de las estrellas, el silencio que acoge el murmullo de la existencia. En este vacío, las formas nacen y desaparecen, como las olas que besan la orilla y luego retornan al océano de lo eterno.
En sus escritos filosóficos, Bruce Lee sugería que "En Occidente concebimos el vacío como un hueco, un no existir. En la filosofía oriental, es un tipo de proceso en movimiento constante".
Podemos imaginar el vacío como un lienzo sin restricciones, un espacio donde la creatividad del universo puede desplegarse sin límites. En este aparente vacío, hallamos el potencial puro antes de que las formas tomen lugar. Es el silencio antes de la música, la paleta de colores antes de la pintura.
Esta tablilla nos invita a contemplar el significado del vacío en nuestras vidas, a reconocer su potencial creador y liberador. En lugar de temerlo, permitir que su silencio nos hable, que su espacio nos guíe hacia una comprensión más profunda del fluir del Tao en todo lo que existe.
En nuestra cultura, con frecuencia asociamos el vacío con carencia, temiendo el espacio sin llenar. Sin embargo, Lao Tsé nos insta a reconsiderar esta perspectiva. Al abrazar el vacío, abrazamos la capacidad para otorgar un nuevo sentido, la disponibilidad para acoger y dejar pasar la gracia. Es un recordatorio poético de que en la aparente ausencia, yace la potencia de todo lo que puede ser.
Juan Manuel Otero Barrigón
(*) La traducción utilizada es la de Javier Cruz (Del Nuevo Extremo, 2008).