Detestaba la realidad que veían sus ojos, y para colmo de males, Rufino también percibía las caras tristes de la gente a su alrededor. Sentía estar jugando con las cartas perdedoras, lo que encendía en su interior una mezcla de furia y pesadumbre. Salvador, que habitualmente guardaba distancia en las noches oscuras de su amigo, sintió necesario acercarse, plantarle una semilla: "Cuando las cosas van mal, se pueden tomar cuatro posturas. Tres son fuego que consume, y sólo ayudan a agotarse lentamente.. Gritar, llorar, desanimarse. En el mundo sobran quienes se dedican a lamentarse, ese infinito ejército de profetas de la desgracia, de charlatanes de café, de coleccionistas de horrores. Sólo la cuarta postura es realmente seria y práctica: hacer conSciente. Es bueno, sí, denunciar el error y la injusticia, pero la denuncia que muere en denuncia no es nada más que aire que se lleva el aire".
"Salvador y Rufino" Una creación de: Vagabundo del Tao (Juan Manuel Otero Barrigón)