Salvador observaba disimuladamente el talante reflexivo de su amigo, intentando descifrar sus cavilaciones. Hacía algunos meses que Rufino había comenzado a militar sus posturas políticas, inflamado de anhelos de justicia social. Lo fastidiaban las contradicciones. Las suyas propias, pero sobre todo en ese tiempo, las que descubría en los demás. Buscando conciliar sus opiniones con su fe personal, exclamaba con actitud severa: “¡Frente al dinero se arrodillan todos los valores! Incluso los cristianos nos la supimos arreglar muy bien para que aquellas palabras del evangelio – es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que un rico entre en el Reino de los cielos – hayan preocupado, hasta ahora, más a los camellos que a los ricos”.
"Salvador y Rufino" Una creación de: Vagabundo del Tao (Juan Manuel Otero Barrigón)
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