Las cosas, por sí mismas, no nos hacen daño ni nos ponen trabas. Tampoco las demás personas. La forma en que veamos las cosas es otro asunto. Son nuestras actitudes y reacciones las que nos causan problemas. Por consiguiente, ni siquiera la muerte tiene gran importancia por sí misma. Es nuestro concepto de la muerte, nuestra idea, lo que es terrible, lo que nos aterroriza. Hay formas muy distintas de pensar sobre la muerte. Examina a fondo tus conceptos sobre la muerte y sobre todo lo demás. ¿Son realmente ciertos? ¿Te hacen algún bien? No temas a la muerte y al dolor; teme al temor a la muerte y al dolor.
No podemos elegir nuestras circunstancias externas, pero siempre podemos elegir la forma de reaccionar ante ellas.
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Acepta con calma los acontecimientos tal como ocurren.
No exijas que los acontecimientos sucedan como deseas. Acéptalos tal como son realmente. Así te será posible la paz.
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Tu voluntad está siempre bajo tu poder
En verdad nada te detiene.
Nada te retiene realmente, puesto que tu voluntad está siempre bajo tu control.
La enfermedad puede desafiar a tu cuerpo. ¿Pero acaso eres sólo cuerpo?.
La cojera puede afectarte las piernas. Pero no eres sólo piernas. Tu voluntad es mayor que tus piernas. Tu voluntad no tiene por qué verse afectada por ningún incidente, a no ser que tú lo permitas. Recuérdalo cada vez que te ocurra algo.
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Fragmentos del Enquiridión (Manual de Vida).
Epicteto.
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