viernes, 9 de febrero de 2018

Sobre el Viaje Consciente (por Alejandro Aon Nepote)

"Frontiers of the cosmos", por Lucy West


No todo el mundo vive consciente del hecho que en este preciso instante estamos viajando por el cosmos, surcando el espacio interestelar a una velocidad inimaginable, montados sobre una piedra a la que consideramos nuestro planeta tierra.
Desplazándonos en cientos de curvaturas concéntricas que incluye el giro sobre sí mismo a dos mil kilómetros por hora, sumado al desplazamiento alrededor del sol a ciento diez mil kilómetros por hora, mientras que el sol en torno a la galaxia (y la tierra con él) se mueve a novecientos mil kilómetros por hora, y, a su vez, la galaxia en danza con otras galaxias cercanas a la velocidad de un millón diez mil kilómetros por hora, siendo que el grupo local de galaxias en torno a otros tantos suma mayores movimientos y velocidades dentro del universo, al que podría agregarse la expansión del universo y la posibilidad de que este universo esté también moviéndose junto con otros y alrededor de otros, lo que en la sumatoria de las distintas trayectorias simultáneas nos estaríamos moviendo a una velocidad cercana a la luz, flotando sobre la nada misma, una nada colmada de espacio, un vacío que nos sostiene sobre el abismo insondable del cosmos, en lo que podría considerarse la situación más vertiginosa de la existencia según la perspectiva de los seres humanos que tomasen conciencia de este hecho.

Aquí estamos, en nuestra aeronave sideral, en nuestra pequeña cosmonave. Estamos como en un avión, mucho más seguro por supuesto, y, al mismo tiempo, más frágil y delicado, porque los mecanismos que permiten este viaje son descomunalmente sutiles y hasta etéreos y astrales. No hay motores, no hay alas, no hay fuselaje, no se propulsa mediante combustible... y funciona, por millones de años ha funcionado, y seguirá funcionando por eones incontables.
Somos pasajeros, viajeros galácticos, que junto a este afluente de Vía Láctea vamos atravesando la inmensidad de lo que, detrás de la escena cambiante, es eterno e infinito.

Por lo pronto no sabemos de dónde venimos, no sabemos a dónde vamos, sólo sabemos en dónde estamos, en medio de un viaje increíble, del que no podemos precisar el eje exacto sobre el cual nos desplazamos, pero el eje está, el eje existe.
Estamos yendo, eso sí lo sabemos bien, aunque nadie sabe a ciencia cierta hacia dónde.

Es como una ficción de proporciones inconmensurables, pues, el sólo pensar a la civilización desde la perspectiva cósmica, y contemplarla sobre este pequeño guijarro suspendido en la infinitud insondable del espacio sideral desplazándose a velocidades colosales, que en comparación, este guijarro es más pequeño que un grano de arena, incluso, mucho más ínfimo todavía, como un átomo imperceptible, y que en él esté aconteciendo todo el drama de la humanidad provocado a partir del apego posesivo al materialismo del que deriva la ambición insaciable de poder para la conquista de bienes y riquezas, sin duda, es algo que cuesta creer. Desde esa perspectiva cósmica inabarcable, es incomprensible el inmenso sufrimiento humano en este pedregullo ocasionado por un comportamiento salvaje de avaricia y de egoísmo bestial que surge al aferrarse a la falsa percepción cotidiana de que el limitado y estrecho ambiente en el que se vive es lo único que existe.

AON (Alejandro Omar Nepote).- https://sites.google.com/site/aontao/

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